Principales conclusiones

 

    • Hay muchos niveles de "normalidad" cuando se experimenta un duelo. Todos tenemos una conexión única con los seres queridos que hemos perdido.
    • Siente tus sentimientos y dales la oportunidad de procesarlos. Hay un largo camino por delante.
¿Qué es lo normal?

Cuando me piden que defina "normal", supongo que nos referimos a una medida y a las estadísticas que deciden a qué nivel somos normales. Mi siguiente pregunta es quién decide y con qué medidas. (Me niego a hacerlo).

Mi experiencia vital me ha enseñado que, dentro de nuestros propios marcos de referencia, existen muchos niveles de normalidad. Todos somos individuos únicos, y nuestra forma de gestionar nuestro yo físico y emocional dependerá de otros muchos aspectos de nuestro ser. Desde nuestra primera respiración hasta el momento presente, cada acontecimiento, cada experiencia, cada momento vivido, está dentro de nosotros y crea nuestra propia y única normalidad.

A menudo he pensado en la frase "Camina una milla en mis zapatos" y me he preguntado cuál sería el beneficio de eso, porque incluso caminar en los zapatos de otra persona no puede darnos la experiencia de ser ellos, ya que estamos inhibidos por nuestra propia experiencia. 

Todo lo que nos sucede forma parte de nuestro rico tapiz vital. Es aquello a lo que recurrimos para ayudarnos en tiempos de crisis. Puede que nuestra normalidad no encaje con la de los demás, pero para cada uno de nosotros es la nuestra, única para nosotros. Por eso, cuando normalizo la palabra duelo, digo lo siguiente: "Sea lo que sea lo que estés experimentando, probablemente esté dentro de tu marco normal de funcionamiento. Sin embargo, si tu duelo te está causando incapacidad para hacer la más pequeña de las tareas, te incapacita físicamente o no puedes funcionar a tu nivel normal, quizá entonces y sólo entonces podríamos analizar qué es normal para ti."

Dicho todo esto, cuando alguien a quien amamos nos deja a través de la muerte, nuestro mundo cambia por completo. Cambiamos y, durante un tiempo, podemos sentirnos perdidos. Es el tipo de pérdida que no se puede compensar con la presencia de otros, porque la persona a la que amamos ya no está en la vida. Nos enfrentamos entonces a un viaje para el que no nos hemos preparado, y puede que a veces sintamos que no tenemos el control y nos preguntemos si esto es normal. Por ejemplo, podemos tener pensamientos que tememos compartir o cosas que nos sentimos impulsados a hacer pero que no podemos contar a los demás por miedo a que nos tachen de locos, inestables o anormales. Lo que te estoy diciendo es que todas estas experiencias son habituales. Lo importante es no comparar nuestro dolor con el de los demás, sino compartir nuestros pensamientos y sentimientos únicos y reconocer sus similitudes con los de los demás, además de reconocer que cada uno de nosotros es único en su relación con los seres queridos fallecidos.

Lo normal sólo puede ser siempre nuestra propia normalidad, ya que sólo nosotros sabemos dónde están nuestras diferencias. En los momentos anormales, cuando no podemos ser nosotros mismos, es aceptable ser fieles a nosotros mismos. Deberíamos poder hablar de lo que vivimos sin que se nos considere anormales.

Comenzaremos entonces nuestro viaje hacia una relación continuada con nuestro ser querido fallecido, que es nuestro vínculo eterno a través de nuestros recuerdos, pensamientos y sentimientos hacia él en vida.

Gracias a nuestros colaboradores

Alex James

No escondas tu pena. Llévala, compártela. AJ

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