Principales conclusiones

    • Ver a un ser querido en parada cardiaca y practicarle la reanimación cardiopulmonar es traumático.
    • No sólo está en peligro la vida de su ser querido, sino también su vida en común. 
    • En los primeros momentos, tu cerebro está trabajando por instinto, procesando la gravedad y calculando qué hacer. 
    • Tras el suceso, es posible que te queden sentimientos de conmoción, miedo, culpa, vergüenza, ira, vulnerabilidad o duda de ti mismo.
    • Recuerda que eres resistente y que puedes superar tu angustia.
¿Podré alguna vez dejar de ver lo que vi?

Ser testigo de una parada cardiaca puede ser una experiencia traumática, sobre todo si le ocurre a un familiar. Puede sentirse como si usted y su familia se vieran de repente envueltos en una peligrosa tormenta. Y si ha practicado la reanimación cardiopulmonar, su nivel de angustia puede aumentar aún más. Ahora eres parte de este momento agónico que permanecerá contigo durante mucho tiempo, y es normal que te afecte emocionalmente en sus secuelas. En este artículo compartiremos relatos personales y reflexiones de supervivientes que no sólo presenciaron la parada cardiaca de su ser querido, sino que también le practicaron la RCP y le salvaron. Como algunos de ustedes, ellos también se encontraron en esta situación repentina y de máxima alerta con sus seres queridos.

Nada puede prepararle realmente para ver a un ser querido desplomarse, no responder y no respirar. Puede que conocieras la parada cardiaca o puede que no tuvieras ni idea de que podía ocurrirle a ese familiar aparentemente sano. En los primeros momentos, su mente trabajó por instinto, tratando de evaluar lo que estaba sucediendo y qué hacer. Cuando se dio cuenta, pasó a la alerta máxima. A continuación encontrará relatos reales de supervivientes que pretenden ayudarle y asegurarle que no está solo en sus sentimientos. Sin embargo, su lectura puede desencadenar angustia emocional.

"Todo dependía de mí"

Es sábado por la mañana y mi marido se queja de ardor de estómago, lo que antes era señal de que podía estar sufriendo un infarto. Empezamos a hacer las maletas para ir a urgencias. Estoy en la cocina ordenando cuando oigo un golpe muy fuerte en el salón. Se golpea la cabeza con la mesita de cristal y cae boca abajo. Jadea y en el suelo hay sangre de su cara. Lo que no sé es que su corazón ha dejado de latir. Está en parada cardiaca. 

Llamo inmediatamente al 911 y la primera instrucción que recibo es que lo ponga boca arriba. ¿Cómo puedo hacerlo? Mide 1,90 y pesa 90 kilos. Yo mido menos de 1,70 m. Me vuelvo loco. Grito mi dirección a la operadora, emitiendo sonidos y gritos ininteligibles. Salgo corriendo al pasillo, llamando a las puertas de los apartamentos, suplicando ayuda. Mi vecino sale y yo grito: "ALGO ESTÁ MAL. CREO QUE ESTÁ TENIENDO UN ATAQUE". Entramos en mi apartamento y juntos conseguimos tumbar a mi marido. 

De repente, a través del teléfono, oigo la voz de otro hombre que me pregunta: "¿Ha practicado alguna vez la reanimación cardiopulmonar?". Respondo con una palabra: "Nunca".   

Es azul. Sus ojos están fijos. Grito: "¡¡RESPIRA, RESPIRA!!". Siento que se me sale el alma del cuerpo y me miro desde arriba, golpeándole el pecho. Tras ocho insoportables minutos, llegan los paramédicos. Le dan tres descargas. Su corazón por fin empieza a latir, le ponen un tubo de respiración y lo llevan al hospital en ambulancia. 

Nunca puedes dejar de ver lo que has visto. Las imágenes de aquella mañana en la que mi marido agonizaba en el suelo de nuestro salón están grabadas para siempre en mi cerebro. Tenía una sensación surrealista cuando le practicaba la reanimación cardiopulmonar, sabiendo que si no lo hacía bien, podría morir. Todo dependía de mí.

"Me desperté de repente con un fuerte ruido que nunca olvidaré"

Una oscura mañana de mayo, destrocé mi cuerpo practicando 10 minutos de reanimación cardiopulmonar. Mi marido, de 34 años, yacía plácidamente a mi lado, ambos profundamente dormidos. Me desperté de repente con un fuerte ruido que nunca olvidaré.

Al principio, pensé que estaba roncando. Le di un codazo, pero siguió haciendo ese horrible ruido. Le sacudí el hombro, pero no respondió. Cuando me di cuenta de la realidad, me di cuenta de que el sonido tenía un carácter urgente y de pánico. No era rítmico ni suave. Su torso no subía y bajaba suavemente, como había visto tantas veces. Nunca había oído hablar de la respiración agónica.

Dije el nombre de mi marido. No hubo respuesta. Grité su nombre. No respondía. Puse la oreja en su pecho y no pude oír los latidos de su corazón ni sentir su respiración. Levanté su brazo y lo solté. Cayó como una roca.

Era la primera vez que experimentaba una sensación extracorpórea. Una parte de mi cerebro entendía estas observaciones como hechos. Otra parte no le encontraba sentido. La parte objetiva observó con desapego y me permitió mantener la calma, llamar al 911 y seguir las instrucciones telefónicas de reanimación cardiopulmonar. La otra parte observaba consternada y no podía aceptar lo que estaba ocurriendo. Era como si una parte estuviera observando a la otra, y periódicamente intercambiaran los papeles en una danza prohibitiva en el escenario de la muerte.

"¿Lo he hecho bien? ¿Lo he hecho lo suficientemente fuerte?"

No puedo reconstruir lo que estoy viendo. En esos milisegundos, el tiempo se detiene, pero de algún modo sé que no puedo. Mi miedo se transforma rápidamente en comprensión, luego en pavor. Y con el resultado desconocido, simplemente lo hago.

Mi mente se estrecha y se concentra. Mi corazón, aún palpitante, potencia mis músculos. La fuerza sobrehumana elimina todos los límites que creía tener. Y levantar 225 libras de peso muerto (perdón por el juego de palabras) no es ningún problema. De hecho, ni siquiera lo recordaré. Ahora mismo, tengo una misión. Tengo un trabajo. Debo ser su latido. Así que respiro hondo y comienzo la reanimación cardiopulmonar. Mis rodillas y mis pies están en este mundo, mientras que mi cabeza, mi corazón y mis manos están en el espacio entre el cielo y la tierra. 

Cuando el SME se apodera de mí, retrocedo y observo la película en blanco y negro que se desarrolla ante mí. Tengo la mente nublada y la vista borrosa. Parece que floto. Estoy en silencio. Paso. Observo cómo aplican las compresas. Rezo. Me hago preguntas: "¿Lo he hecho bien? ¿Lo he hecho lo suficientemente fuerte?".

En Urgencias, estoy muerta de sed de tanto respirar. Intento coger un refresco de la máquina expendedora, pero no consigo hacerlo. Una persona amable se da cuenta de mi situación e interviene para ayudarme. No entiendo por qué me siento tan confuso. ¿Estoy en estado de shock?

Comprender su experiencia

Tal vez su experiencia le haya dejado pensamientos, sentimientos y sensaciones similares a los expresados en estos relatos personales, entre ellos:

    • Imágenes, sonidos y contacto físico desconocidos.
    • Miedo y confusión a medida que se instala su realidad 
    • Superar los sentimientos de duda sobre su capacidad o fuerza física 
    • Centrarse únicamente en la tarea más importante
    • Sensación de desconexión mientras se sigue realizando la RCP

Los recuerdos de sucesos traumáticos, como la reanimación cardiopulmonar de un ser querido, suelen estar formados por nuestros cinco sentidos y no por un relato lineal. Como se expresa en los relatos personales, los "recuerdos sensoriales", que incluyen imágenes, sonidos, sensaciones físicas, olores e incluso sabores asociados con el incidente, pueden convertirse en partes integrales de su memoria que permanecen con usted. 

Otra experiencia mencionada es sentir que se desconecta del propio cuerpo, como si se observara desde arriba o se viera una película. Esta sensación, a veces inquietante, también es normal. Es una medida protectora para poner distancia entre tú y el suceso traumático, como el airbag te protege en un accidente de coche. 

Cuando se trata de salvar la vida de un ser querido, hay mucho en juego. Vuestra vida en común también está en peligro. Puede que sientas que te han arrebatado tu sensación de seguridad.

Comprender lo que ocurre en el cuerpo cuando se presencia una parada cardiaca y se administra RCP puede ayudar a empezar a dar sentido a lo que le ha ocurrido.

¿Qué le ocurre en esos momentos iniciales de presenciar una parada cardiaca?

La parada cardiaca es una forma extrema de emergencia médica. Cuando de repente eres consciente de ella, la adrenalina se dispara y te pone en modo lucha o huida. Se trata de una respuesta biológica normal ante cualquier crisis. La adrenalina da fuerza inmediata a su cuerpo y ayuda a su mente a centrarse en la situación que tiene entre manos. 

En los primeros momentos, el cerebro trabaja por instinto, procesando la gravedad, calculando qué hacer y determinando lo que está ocurriendo basándose en la información pasada almacenada en la mente a partir de entrenamientos anteriores, películas o cualquier conocimiento que se haya implantado a través de experiencias pasadas. 

El cuerpo está en alerta máxima. Puede que se sienta obligado a actuar de inmediato, o puede que se quede paralizado, o puede que observe cómo otras personas a las que considera más cualificadas toman el relevo. Si usted es la única persona que se encuentra con alguien en parada cardiaca, puede que le haya llamado un operador del 911 para que le ayude a socorrerle. En cualquiera de estos escenarios, cuando su cuerpo está en alerta máxima, puede experimentar los siguientes síntomas.

Síntomas cuando ocurre:

    • Sentirse abrumado
    • Sensación de inseguridad
    • Actuar impulsivamente
    • Sentir enfado/rabia
    • Tener pensamientos acelerados
    • Sentirse emocionalmente reactivo
    • Hipervigilancia
    • Imágenes intrusivas
    • Tener pensamientos repetidos, persistentes y no deseados
    • Tensión, rigidez o temblores
    • Demostrar falta de juicio
¿Qué le ocurre en las horas posteriores al suceso?

En las horas inmediatamente posteriores al suceso, pueden aparecer sentimientos de conmoción, miedo, culpa, vergüenza, ira o vulnerabilidad. No es infrecuente que las personas experimenten dudas, cuestionando su propia actuación o incluso la naturaleza del propio incidente. Comprender las reacciones más comunes y sus causas puede ser de gran ayuda.

Síntomas durante las primeras horas:

    • Dolor de cabeza
    • Dolor de estómago
    • Cambios en la visión
    • Mareo
    • Nerviosismo, inquietud o incapacidad para dormir
    • Nervioso
    • palmas sudorosas, músculos tensos, aumento del ritmo cardíaco
    • Sensación de desplazamiento físico
    • Sensación de aturdimiento o surrealismo
    • Sensación alterada de la realidad (por ejemplo, sensación de que el tiempo se ha ralentizado).
    • Dificultad para recordar detalles concretos del suceso.

Esta fase inicial puede ser difícil. La mente lidia con el incidente de alto riesgo, tratando de entenderlo y encontrar un cierre. Y cuando un ser querido sufre una parada cardiaca y usted le practica la reanimación cardiopulmonar, tiene que superar dos traumas: el trauma de la situación médica y el pronóstico de su ser querido, más el trauma de practicar la reanimación cardiopulmonar a un ser querido. A veces, la superación de su propio trauma puede quedar relegada a un segundo plano frente a las necesidades sanitarias inmediatas de su ser querido. 

En las semanas y meses siguientes a la parada cardiaca, procesar el suceso puede ser importante para su recuperación. Dar sentido a lo ocurrido le permitirá recomponer las piezas y seguir adelante. Recuerde que tiene capacidad de recuperación. Usted puede superar la angustia. Heartsight está aquí para ayudarte.

Fuentes
Flanary K. El lugar tranquilo. J Card Fail. 2021 Nov; 27 (11): 1300-1301. DOI: https://doi.org/10.1016/j.cardfail.2021.10.002 PMID: 34749929.

Bezzubova, E. (2016, 9 de febrero). El "airbag" de la despersonalización: ¿Escudo o trastorno? Blog de Psychology Today. https://www.psychologytoday.com/gb/blog/the-search-self/201602/the-airbag-depersonalization-shield-or-disorder

Guía de DEA y PAD comunitarios: https://www.peelregion.ca/paramedics/defibrillator-program/_media/community-aed-pad-guide.pdf

Gracias a nuestros colaboradores

Paul Snobelen, Kristin Flanary, Cindy Marchionda y Jennifer Chap

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